Conmemoración del 20 de Junio
BELGRANO: de abogado a militar
La formación militar de Manuel Belgrano comenzó antes de la Revolución de Mayo. La presencia de una reducida guarnición permanente en Buenos Aires había obligado a los virreyes a prever la posibilidad de constituir milicias de voluntarios en la que habrían de participar los habitantes de la ciudad – puerto.
Las milicias estaban organizadas en diferentes regimientos o batallones, que se agrupaban conforme a las divisiones de carácter étnico, social y económico vigentes en la época colonial.
Belgrano, que ostentaba el cargo de secretario perpetuo del Consulado, fue destinado por el virrey Sobremonte al regimiento de Patricios, con el grado de sargento mayor, en el año 1806.
Dicho regimiento estaba compuesto por los criollos de raza blanca. Los hombres que por su nacimiento, riqueza o virtudes descollaban entre sus paisanos eran destinados a la oficialidad, mientras que la tropa estaba formada por jornaleros y artesanos mayoritariamente pobres.
Si bien para el rango de oficiales se designaban preferentemente a jóvenes de familias prestigiosas y cultura sobresaliente, en materia militar estaban al nivel de los soldados en cuanto al escaso conocimiento, por lo que debían aprender y practicar junto con ellos.
Ante la eventualidad de una segunda invasión inglesa, Belgrano contrató un instructor para adquirir los rudimentos del arte militar y aprender el manejo de las armas, de lo cual no tenía noción alguna.
Al hacerse cargo de sus funciones de sargento mayor, se desempeñó con severidad y con máximo empeño tanto para aprender como para transmitir conocimientos. El mismo reconocía que el aprendizaje militar fue superficial por el escaso tiempo disponible y la falta de instructores capacitados.
En la segunda invasión (1807) participó como ayudante de campo del cuartelmaestre general, coronel Balbiani, que Belgrano consideró un honor.
La Junta Provisional de Gobierno constituida el 25 de Mayo de 1810 decidió enviar expediciones militares a las Provincias, con el fin de que las ciudades del interior eligiesen los diputados que las debían representar en Buenos Aires, sin las presiones de las autoridades locales que defendían los intereses coloniales.
Una de las expediciones fue enviada a la Banda Oriental, Corrientes y Paraguay, con el fin de combatir contra las fuerzas que habían recibido con hostilidad las novedades sobre el cambio de gobierno.
La Junta decidió nombrar a Belgrano, integrante de la misma, como jefe supremo del ejército patrio que se constituyó a tal efecto, pues consideraba que aquél había demostrado en la 2da. Invasión inglesa, cualidades de mando, empeño en la instrucción, respeto por la disciplina, sentido de organización, patriotismo y conducta inflexible.
No era genio militar, ni por carrera ni por espíritu, pero había en él capacidad, prudencia y habilidad.
No es extraño que las revoluciones promuevan a civiles que se han destacado en el terreno de la política y de las ideas, a la jefatura de ejércitos que tienen la doble misión de defenderlas y de expandirlas. Así ocurrió durante la Revolución Francesa, como sucederá más adelante con la Revolución Rusa de 1917.
Por Gerardo Celemín