SANTA CECILIA

En 1873, Patricio Peralta Ramos hizo construir la capilla sobre la sierra de la Chacra, colocando el templo bajo la advocación de Santa Cecilia virgen y mártir, en memoria de su esposa Cecilia Robles, que había fallecido en 1861 al dar a luz a su 14º hijo.
Santa Cecilia fue una de las santas más veneradas en los primeros siglos del Cristianismo, por eso su nombre figura en el canon de la misa entre los santos más destacados; en Roma se erigió una basílica llamada Santa Cecilia in Trastévere y el Papa la nombró patrona de la música en 1594.
Pertenecía a una familia patricia de Roma y se había convertido al Cristianismo, por cuya razón llevaba un vestido de tela áspera debajo de la túnica propia de su dignidad, ayunaba varios días en la semana y había consagrado a Dios su virginidad.
Pero su padre, que no compartía sus creencias, la casó con el joven patricio Valeriano.
Ya realizadas las bodas, Cecilia dijo a su esposo: “Has de saber que un ángel del Señor me protege. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, te amará como me ama a mi”.
Valeriano replicó: “Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides”. Cecilia le dijo: “Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo, verás al ángel”. Entonces Valeriano fue a buscar al obispo Urbano, que se encontraba con los pobres en un sitio cercano a la vía Apia, y recibió el bautismo.
Cuando regresó adonde estaba Cecilia, vio un ángel de pie junto a ella, que colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios, las cuales simbolizaban el próximo martirio de los esposos.
Valeriano y su hermano Tiburcio fueron condenados a muerte por negarse a ofrecer sacrificios al dios Júpiter, Cecilia enterró a los cadáveres. Después fue llamada para que abjurase de su fe ante el prefecto y también fue condenada a muerte, no sin antes haber efectuado numerosas conversiones.
Antes de morir, había legado su casa al papa Urbano, a quien confió el cuidado de sus servidores.
Según los historiadores, la fecha más temprana del martirio de Santa Cecilia habría sido el año 177.

CAPILLA  DE  SANTA  CECILIA

En los tiempos del saladero, del caserío y del puerto Laguna de los Padres, las paredes blancas de piedra revocada y pintadas a la cal de la capilla, brillaban al sol desde la cima de la loma que se denominaba sierra de la Chacra y después Santa Cecilia. Por esa razón, era punto de referencia para los navegantes que llegaban en busca de cueros.
Peralta Ramos encomendó la construcción del templo a Francisco Beltrami, quien también levantó en 1890 la Casa Municipal.
El estilo arquitectónico de la capilla es románico, de líneas simples, destacándose su cúpula con campanario. Los dos ángeles que rematan las alturas del frente fueron colocados mucho después.
De las tres puertas exteriores, las dos laterales conducen al interior del templo, pero la puerta central abre paso a un espacio ciego, en el que originariamente se hallaba la pila bautismal; por encima del baptisterio se construyó el coro.
Cuando Patricio Peralta Ramos se dirige por carta al gobernador Mariano Acosta solicitando la fundación del pueblo, dice así: “Hay una iglesia de piedra y cal con todo cuanto es requerido, que puede contener 400 personas, erigida recientemente en parroquia provisoria, y está allí el sacerdote que debe regentearla”.
El agrimensor Carlos de Chapeaurouge, que confeccionó el plano original de la ciudad, fijó el rumbo, es decir, la dirección u orientación de las calles, partiendo del frente de la capilla, tomada como la edificación más relevante del pequeño poblado en ese momento.
El fundador de Mar del Plata se ocupó personalmente de varios aspectos de la decoración de la capilla.
Confeccionó la primera imagen de la santa con cabeza y manos traídas de Europa, luego elaboró el cuerpo con yeso, al que adornó con vestiduras utilizando lienzos y arpillera encolada y pintada con colores dorados. Al pintor le encargó que el rostro de la Santa tuviese semejanza con el de su esposa fallecida.
Esta imagen, hoy desaparecida, fue reemplazada por otra, cuya cara es parecida a la del cuadro que se encuentra en el techo.
De sus propias manos saldrá el altar mayor, para lo cual utilizó cajones de whisky y maderas de un barco abandonado en las playas.
En el altar de N.S. de la Merced, la Virgen está personificada en un óleo que tiene como fondo el pueblo Laguna de los Padres con el saladero y la capilla sobre la loma.
En uno de sus viajes a Europa, el fundador  trajo desde Roma una pintura de grandes dimensiones que representa a Santa Cecilia, su esposo Valeriano y un ángel que mantiene suspendidas dos coronas de flores, anunciando el martirio de ambos. El cuadro fue colocado suspendido en el cielo raso.
La capilla cobijará más tarde los restos de Eduardo Peralta Ramos, octavo intendente de la ciudad y uno de los benefactores del templo y del colegio.
En 1897 Santa Cecilia fue declarada patrona de Mar del Plata, por resolución del arzobispo de La Plata, aprobada por el Concejo Deliberante ese mismo año, el cual establece que dicho día será feriado en las dependencias municipales.
En 1971 se convirtió en monumento histórico nacional.

COLEGIO  SANTA  CECILIA

En la última década del siglo XIX, un grupo de personas, entre las cuales se destacaba Eduardo Peralta Ramos, había gestionado ante las Hermanas del Huerto que se fundara en la ciudad un colegio para niñas.
Como resultado de la iniciativa, en noviembre de 1900 llegó a Mar del Plata la reverenda madre María Isabel Pedemonte con las cinco religiosas destinadas a la fundación de colegio, a fin de iniciar los preparativos necesarios para la apertura de las clases que comenzaron el 8 de febrero de 1901, fecha que es considerada la fundación del colegio.
Siguiendo con la costumbre de la congregación, el establecimiento fue denominado “Ntra. Sra. del Huerto”, y funcionaba en una casa alquilada, en la cual también vivían las hermanas, ubicada en La Rioja y 9 de Julio, mientras se realizaba la construcción de la sede definitiva. Este era, entonces, el primer colegio católico de Mar del Plata.
Los esposos Jacinto Peralta Ramos y Matilde Martínez Bayá donaron la capilla Santa Cecilia, la casa parroquial y el terreno para la edificación del colegio a la Asociación Civil “Instituto de las Hijas de María de Nuestra Señora del Huerto”, el 27 de septiembre de 1902. Todo el patrimonio objeto de la donación se encontraba en la manzana delimitada por las calles Córdoba, Santiago del Estero, Tres de Febrero y Nueve de Julio.
Las condiciones de la donación eran las siguientes: 1) Las Hermanas debían ocuparse del cuidado y conservación de la capilla. 2) Establecer un colegio que se denominará “Santa Cecilia”, en los terrenos que son donados.
El 4 de abril de 1903, terminado ya el edificio, las Hermanas se trasladaron allí, tomando el establecimiento educativo el nombre de “Santa Cecilia”.
Jacinto Peralta Ramos siguió protegiendo la obra y por eso en 1911 costeó la instalación de la luz eléctrica en todo el edificio. Eduardo Peralta Ramos, que fue sepultado en la capilla, hizo colocar el friso de mármol, el cielo raso de yeso y junto con su hermana Cecilia P.R. de Lestache hicieron levantar (1914) tres salones, galería y escalinata de mármol para dictar clases gratuitas, todo ello sobre la calle Córdoba, con lo cual el edificio llegó hasta la esquina de Nueve de Julio.
La Escuela Primaria del Colegio Santa Cecilia se inició en el primer edificio con una inscripción de 50 alumnas. En 1922 se incorpora a la enseñanza oficial, dependiendo desde entonces del Consejo General de Educación de la Provincia de Buenos Aires. Más adelante se abrió también el jardín de infantes.
La Escuela Normal. El gran deseo de las autoridades del Colegio era que en Santa Cecilia se formasen maestras católicas. Por eso, la Hermana Directora solicitó la autorización al ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, la cual fue concedida el 27 de febrero de 1937.
La Escuela Normal del Instituto Santa Cecilia comenzó a funcionar con 52 alumnas en  primer año solamente, luego, en los años sucesivos, se agregaron los otros tres (la carrera de maestra normal era en ese entonces de cuatro años). De modo que las primeras maestras católicas de la ciudad egresaron en 1940.
El Instituto quedó incorporado a la Escuela Normal de Profesores Nro. 1 de la Capital Federal, y posteriormente a la Escuela Normal de Dolores, de donde se recibían las instrucciones y ante cuyos profesores se rendían los exámenes definitivos.
En 1938 se constituyó el Círculo interno de Acción Católica “Pío XI”, con el asesoramiento del capellán y de una religiosa. Las socias se consagraron a las obras de apostolado: bautismos de jóvenes y niñas, primeras comuniones, bendición de hogares, enseñanza de catecismo, misa dominical, comunión pascual. Las egresadas se incorporaban a los respectivos círculos parroquiales.
La asociación de ex alumnas realizaban múltiples tareas: taller que confeccionaba ropa para las alumnas más necesitadas o para enviar al hospital, creación de becas para las alumnas que no podían solventar las cuotas.

Por Gerardo Celemín